El JAZZ AGE LAWN PARTY no es un viaje en el tiempo cualquiera

¿Está el JAZZ AGE LAWN PARTY inventando el futuro del pasado? El JAZZ AGE LAWN PARTY no es un viaje en el tiempo cualquiera

Estamos en el verano de 2025, en Nueva York, y el aire huele a nostalgia perfumada de ginebra clandestina. Las notas de un cornetín resuenan sobre el césped perfectamente recortado de Governors Island, y los zapatos de charol relucen bajo vestidos con flecos que giran al ritmo del ragtime. Pero algo no encaja: en cada esquina, sensores, drones, cámaras 360° y proyectores invisibles convierten esta fiesta de los años veinte en una especie de alucinación compartida que fusiona el pasado con el porvenir. El Jazz Age Lawn Party no es simplemente una celebración retro: es un manifiesto tecnológico disfrazado de picnic vintage. Y sí, todo empieza con una orquesta y un gramófono, pero acaba en el metaverso.

Origen: Governors Island – Wikipedia

“La nostalgia ya no es lo que era, ahora tiene WiFi”.

Si uno se detiene a observar, entenderá que este no es solo un evento para instagramers disfrazados de Gatsby y Daisy. Este festival ha mutado. Ha crecido. Se ha conectado a la corriente. Lo que comenzó en 2005 como una reunión de medio centenar de entusiastas liderados por Michael Arenella, hoy arrastra a más de 20.000 visitantes cada año, convirtiendo la tranquila Governors Island en el epicentro de un fenómeno que redefine lo que entendemos por ocio, por cultura… y por pasado.

Un escenario retro que nunca fue tan futurista

Governors Island, esa joya flotante de 172 acres frente a Manhattan, que en su día albergó fortalezas como Fort Jay y Castle Williams, ahora vibra con charlestón digitalizado. Es un parque temático sin serlo, una cápsula de tiempo que, gracias a su aislamiento geográfico y su historia militar, se ha transformado en un lienzo ideal para pintar fantasías de otra época.

Pero este teatro al aire libre no solo revive la era de la Ley Seca. Gracias a plataformas como Fever, que gestiona toda la venta de entradas a través de una app con experiencias integradas, el evento se ha convertido en una auténtica experiencia interactiva. Entradas personalizadas, rutas sugeridas, desafíos temáticos e incluso filtros de RA te permiten convertirte en un personaje de los años veinte sin salir de tu smartphone.

“El futuro llega vestido de frac y con una copa de martini virtual”.

El jazz que no envejece, pero sí evoluciona

En el centro de todo, sigue reinando Michael Arenella, un músico que más que tocar, resucita sonidos perdidos. Lo hace con una precisión de cirujano: transcribe a mano los arreglos originales desde discos de pizarra. Su orquesta, The Dreamland Orchestra, no suena a imitación, suena a reencarnación. Y cuando se suman figuras como Queen Esther o el pianista Peter Mintun, el delirio es completo. La música no solo revive; reprograma la realidad.

Pero ahora el jazz se graba en 3D, se emite en streaming inmersivo y se sincroniza con experiencias hápticas. Con proyectos como los de Avanzia, que integra robótica, videomapping, olores, tacto y estímulos sonoros, el público puede literalmente sentir el swing en la piel. El evento ya no se observa, se habita.

Cuando el metaverso se pone tirantes y baila charlestón

Hay un fenómeno que nadie puede ignorar: el renacimiento virtual de los años veinte. En VRChat y plataformas similares, se están celebrando fiestas temáticas en el metaverso que replican —o incluso superan— la experiencia física del Jazz Age Lawn Party. Algunos usuarios, según Wired, llegan a pasar 60 horas consecutivas bailando virtualmente en un club de época, rodeados de avatares con trajes de tweed y boas de plumas.

Empresas como VirtualHub Space están construyendo showrooms XR donde no solo se visita el pasado: se interactúa con él, se modifica, se gamifica. Y esto no es solo un capricho techie. Universidades, marcas, museos, todos están metiendo las narices en este fenómeno. Lo vintage ya no es un recuerdo, es una interfaz.

“El pasado ha dejado de estar detrás. Ahora se proyecta delante.”

Tecnología que hace del recuerdo una simulación perfecta

Innoarea Projects lleva esta idea a otro nivel. Con su sistema de videos 360° activados por QR, puedes escanear un punto y ver cómo era ese lugar hace un siglo, como si estuvieras mirando a través de un agujero en el tiempo. Esta tecnología, presentada en FITUR 2025, no solo emociona: educa, documenta, transforma.

Mientras tanto, la tecnología háptica de empresas como HeavyM hace que los trajes y guantes te devuelvan sensaciones táctiles de objetos que no existen. Sillas de mimbre que no están, copas que no bebes, pero cuya textura puedes distinguir. Y no olvidemos el papel de la inteligencia artificial. Sistemas como Emogg analizan en tiempo real las emociones del público para modular la experiencia al instante. ¿Te aburres? El evento lo sabe. ¿Te emocionas? El sistema lo amplifica.

Moda retro, tinta fluorescente y negocios del futuro

Lo que llevas puesto también importa. Y Manhattan Vintage Show, con más de 90 expositores, no solo ofrece ropa antigua: vende historia con etiqueta. Aquí no hay fast fashion, sino pasado curado y estilizado para una nueva generación de flappers y dandis.

Y si hablamos de sorprender, Ephemeral ha conseguido que la arquitectura efímera sea una experiencia sensorial total. Sus tintas UV convierten cualquier superficie en una ilusión que reacciona con la luz, y su política de reciclado del 90% del material utilizado les ha granjeado respeto sin necesidad de discursos vacíos.

Detrás de estas innovaciones, incubadoras como Moonwalkers apuestan por startups que se atreven a mezclar lo que nadie se atrevía: la máquina del tiempo emocional con la rentabilidad. Aquí se cocinan las ideas que mañana serán norma.

“No basta con mirar atrás. Hay que saber cómo vestirlo, iluminarlo y venderlo.”

¿Qué será un evento en 2025? Algo más que una fiesta

Hablamos ya de eventos híbridos que permiten a una abuela en Buenos Aires y a un programador en Tokio bailar la misma pieza, a la vez, en espacios virtuales conectados por IoT, RA y VR. Plataformas como las que Beamian propone están diseñadas para eso.

¿Y si el ambiente cambiara según tus emociones? ¿Y si el aroma, la música y la iluminación se adaptaran a ti como lo hace tu playlist de Spotify? Ya no es ciencia ficción: es la lógica del evento emocional, y ya está en marcha.

El legado invisible del Jazz Age Lawn Party

Más allá de las lentejuelas, el champán y los bigotes encerados, el Jazz Age Lawn Party está configurando el nuevo canon de la experiencia cultural. Uno donde no importa solo lo que se revive, sino cómo se revive. Y donde cada asistente, sin saberlo, forma parte de un experimento que mezcla antropología, ingeniería, marketing, arte e intuición.

«La gente no quiere vivir el pasado, quiere sentir que lo está soñando».

Quizá por eso Michael Arenella se ha convertido, sin pretenderlo, en un chamán del entretenimiento del siglo XXI. Uno que no necesita hologramas para devolvernos el alma de una época, pero que tampoco les teme.

¿Estamos listos para viajar en el tiempo sin movernos?

Porque eso es lo que está en juego. No se trata solo de eventos temáticos o de modas cíclicas. Hablamos de algo más profundo: de una ansia humana de reconexión con lo esencial, con lo tangible, con la belleza perdida que la tecnología ahora puede amplificar sin destruir.

¿Será que el futuro del entretenimiento es un cabaret con fibra óptica? ¿O que las grandes experiencias del mañana nacerán del polvo dorado del ayer?

Sea como sea, si hay un sitio donde el futuro y el pasado se abrazan sin pudor, es este césped encantado de Governors Island, al ritmo de una trompeta, bajo un sol imposible.

Y quizá, solo quizá, el siglo XXI sea la mejor época para vivir los años veinte.

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