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Salamanca en verano.
A quienes no pueden o no quieren escapar unos días a la playa, les quedan las piscinas, los helados en las terrazas, las noches de Fonseca, el aire libre de algún cine o bien el fresco de las altas horas de la noche. Eso y mucho más es Salamanca en verano. Sus calles angostas se estrechan cerca de la Plaza Mayor y por algún prodigio extraño esta también se nos encoge.
En todo caso, en Salamanca, todos y cada uno de los días y a todas y cada una de las horas los meses del verano, se cuentan en los diarios viejos en noticias que muestran que en los veranos de otrora, Salamanca se moría de calor. Cuentan que las calles se quedaban desiertas y la única animación sucedía en el andén de la estación de ferrocarril. Con gente subiendo o bien bajando de los trenes. Huyendo, los que podían, del verano, y volviendo de balnearios y playas los que habían agotado ya sus días de libertad.
Cuentan los jornales que asomaban la nariz a eso de la caída del sol, y se quejaban de que no hubiese bancos en condiciones ni luz suficiente en la Alamedilla, o en el camino de Colón, incluso en la zona de la Rotonda, que eran los lugares donde la flora refrescaba un tanto los calores del verano. Y los paseos se extendían entre los jardines hasta las once de la noche.
Mucho ha cambiado la ciudad.
Y ahora es un placer el verano en Salamanca. Hoy la Alamedilla es segura a eso de las once de la noche. Si no fuese por estas noches, parcialmente frescas, sería imposible la existencia en este antiguo proyecto de ciudad civilizada. Cada quien y cada cual mira su reloj, coge su butacón y empieza la difícil subida por las oscuras escaleras hasta alguna plaza fresquita.
El caso es que si hay veraneo, hay también feria. Y teatro… Todas las noches. Por las tardes, el cine de verano. O un paseo por el río Tormes desde el Puente Romano de Salamanca. Hay mucho más que calor, y lo hay en especial este año, y todos los demás, son los deseos de que el verano llegue a agosto con frío en rostro. ¿Qué hallamos en el mes de agosto en Salamanca, aparte de las oleadas de calor inusuales?
Como máximo quedan ciertos cursos de verano, a los que asisten esencialmente pequeños y, sobre todo, jóvenes provenientes de otros lugares de España. Y del extranjero: italianos, norteamericanos y de centro-Europa. O bien del oriente asiático. Y se van viendo las calles de Salamanca bastante frecuentadas durante todo el verano. Sea de turistas portugueses, franceses, ingleses, holandeses, etcétera…
Lo apuntan los abundantes vehículos que ocupan las calles es estos tiempos veraniegos. De turistas nacionales a los que no persuaden las playas sobresaturadas y procuran experiencias rurales en estas tierras más despobladas. Las actividades culturales quedan reducidas a la mínima expresión, fuera de ciertas programadas por la universidad salamanquesa. Y otras que aproximan la historia y cultura de ciertos acontencimientos de la urbe de Salamanca, ofertando muestras teatralizadas en ciertos lugares de lo más significativos de la urbe del arte.
Mas las calles de Salamanca, y sobre su preciosa plaza mayor, se ven frecuentadas con rebosante gente joven, que en esta temporada vuelven a la tierra de origen desde sus lugares exteriores de trabajo.
