¿Es el TESLA DINER el Delorean que devora autopistas y nostalgias?

¿Es el TESLA DINER el Delorean que devora autopistas y nostalgias?

El TESLA DINER mezcla hamburguesas y ciencia ficción con sabor a futuro

El TESLA DINER es una fantasía retrofuturista con sabor a autopista y neón. 🌃 Una hamburguesería donde las camareras van en patines, las películas se proyectan en pantallas gigantes y los coches se cargan mientras uno mastica nostalgia con queso cheddar. No sé si es un restaurante, un museo interactivo o un sketch de Saturday Night Live hecho realidad, pero lo que sí sé es que no se parece a nada que haya visto antes.

TESLA DINER. Lo vi una noche mientras me tragaba las autopistas de Los Ángeles con los ojos como platos y la lengua seca de tanto café malo. Brillaba a lo lejos como un espejismo, entre una gasolinera clausurada y un concesionario de autos que parecían recién salidos del laboratorio de Tony Stark. Era como si alguien hubiera dibujado con luces de neón una fantasía sacada de una mente adicta al vinilo, las películas de ciencia ficción y los algoritmos de predicción de tráfico.

Cuando comer parece una escena eliminada de Blade Runner

Al principio creí que era un autocine. Luego pensé que era una broma. Pero me bastaron dos minutos dentro para entender que aquello era otra cosa. No un sitio para comer. Un sitio para ser parte de algo. Una escenografía en movimiento.

El lugar, diseñado por y para los fans del culto al coche eléctrico, tiene camareras que parecen escapadas de “Grease”, solo que ahora se deslizan en patines eléctricos y sonríen como androides en fase beta. Hay pantallas que proyectan clásicos del cine americano mezclados con distopías futuristas. Hay cargadores Tesla zumbando como grillos digitales al fondo. Y hay hamburguesas. Claro que hay hamburguesas. Aunque uno no sabe si pedirlas o sacarse una selfie con ellas.

«Blade Runner con ketchup y patines». Lo dijo un tipo con gorra, mientras enchufaba su coche y hablaba por teléfono como si estuviera negociando el futuro. Y sí, tenía razón. Aquello no era un restaurante. Era un parque temático sin montañas rusas. Un recuerdo del pasado disfrazado de mañana.

Origen: ¿Es El TESLA DINER El Nuevo Delorean De La Gastronomía Retrofuturista? – VINO Y BODEGAS

Un niño rico con ideas de cómic

Dicen —y cuando digo “dicen” me refiero a las leyendas urbanas que nacen en servilletas y terminan en notas de prensa— que la idea del TESLA DINER nació en una reunión informal. Elon Musk, ese genio excéntrico que parece vivir en un cruce entre el sueño americano y un capítulo de Black Mirror, quería montar un sitio donde cargar el coche, ver una peli, comer bien y sentirse dentro de una fantasía estilo “Jetsons”. Y como todo lo que toca este tipo se convierte en titular, ahí nació el concepto: un restaurante que parece el Delorean de la gastronomía.

Pero no todo fue tan suave como el batido de vainilla que sirven ahí. Caroline Stein y Susan Goin, dos chefs con nombre y prestigio, se bajaron del proyecto antes de arrancar. Alegaron “diferencias creativas”. Traducción: no querían mezclar foie gras con fórmulas de rendimiento digital. El resultado es una carta que oscila entre lo clásico y lo simulacro. Hamburguesas, papas fritas, batidos. Todo muy americano. Todo muy correcto. Todo muy… ¿prefabricado?

«La nostalgia vende, pero el futuro factura más», susurró alguien cerca de la barra. Y me lo creí.

¿Comida para humanos o simulacro gourmet?

Entrar al TESLA DINER es como meterse en una cápsula del tiempo, pero sin saber exactamente en qué año aterrizarás. Todo tiene un aire de showroom, de escaparate montado para que lo filmes, lo compartas y lo dejes atrás. Como esos amores de verano que no duran ni un mes pero te dejan la sonrisa torcida.

«Los lugares también tienen alma. Aunque esté hecha de plástico y neón»

Y sin embargo, había algo. Algo que me atrapó. Puede que fuera la escena en la pantalla —una pelea en blanco y negro de Rebelde sin causa— o la cebolla caramelizada de la hamburguesa, que sabía exactamente a lo que debe saber una buena cebolla caramelizada cuando estás cansado, hambriento y con los pies doloridos. Tal vez era simplemente eso: estar cansado, hambriento, y rodeado de extraños que se comportan como si estuvieran en un episodio de una serie distópica.

Todo en el lugar sugiere una pregunta que flota sin respuesta: ¿es esto lo que queremos? Comer sin bajarnos del coche. Ver cine sin hablar con nadie. Sonreírle a una camarera sin saber si está programada para eso.

«Comer sin bajarte del coche. Ver cine sin hablar con nadie. ¿Eso es el futuro?»

La ciudad como decorado y los likes como propina

Max Block, un urbanista que siempre habla con tono de anuncio de perfume, lo definió como “prototipo replicable de lujo”. Como si en vez de hamburguesas sirvieran fórmulas urbanísticas. Según él, el TESLA DINER representa una nueva forma de entender la ciudad: la ciudad como pasarela de experiencias, como fondo de pantalla, como set de TikTok. No vas a comer, vas a postear que comiste. No miras el menú, lo escaneas. No hablas con nadie, reaccionas con emojis.

Y pese a todo, pese a esa ligera incomodidad que provoca estar en un sitio que parece diseñado por un algoritmo nostálgico, algo funciona. Quizás sea el olor a fritura bien hecha. O el hecho de que, aunque todo sea artificial, la sensación es real. Al menos por un rato.

«El futuro no necesita cubiertos. Solo una buena batería y un retrovisor bien calibrado»

Hambre de ayer, sabor de mañana

Hay algo muy humano en buscar en el futuro la textura del pasado. Como si todos estuviéramos intentando recordar una infancia que nunca fue nuestra. Como si la hamburguesa perfecta pudiera devolvernos a un lugar que solo existe en las películas. El TESLA DINER, con sus pantallas y sus patines, con sus menús digitales y sus camareras de sonrisa calibrada, no es más que eso: un decorado sobre ruedas.

Pero, ¿no lo son también nuestras casas, nuestras apps, nuestras fotos filtradas?

«La verdad espera. Solo la mentira tiene prisa» (Proverbio tradicional)

A veces me pregunto si no estamos diseñando el futuro como diseñamos un perfil de redes: solo luces buenas, solo ángulos perfectos. Y entonces llega el TESLA DINER y te recuerda que puedes vivir dentro de ese filtro. Comer dentro de él. Incluso hacer la digestión mientras el coche se carga.

¿Y si el futuro no es otra cosa que un buen recuerdo, servido con papas?

No sabemos aún si este experimento será una franquicia global o una pieza de museo viviente que acabará atrapada en los metaversos portátiles del mañana. Pero sí sabemos que, por ahora, es un espejo con luces de neón donde todos nos miramos. Aunque no sepamos si reírnos o aplaudir.

Y tú, ¿te subirías a este Delorean gourmet o prefieres seguir comiendo sin pantallas ni cargadores?

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