La sexualidad en la tercera edad: una realidad ignorada que sigue viva

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La sexualidad en la tercera edad: una realidad ignorada que sigue viva.

La sexualidad en la tercera edad ha sido un tema envuelto en sombras y prejuicios, tan olvidado como malentendido. Sin embargo, la verdad detrás de las sábanas es muy distinta a lo que muchos imaginan. El deseo no desaparece con las arrugas y las ganas de compartir la intimidad tampoco se esfuman con la edad. Más bien, como un buen vino, la sexualidad en los mayores puede madurar, volverse más profunda, más significativa, desafiando mitos que persisten tanto en la sociedad como en la propia percepción de quienes han vivido décadas de experiencias.

La tecnología ha abierto una puerta que nunca antes estuvo tan al alcance de la mano. Ahora, con un simple clic, es posible acceder a una amplia gama de juguetes eroticos online que pueden mejorar la vida sexual de los adultos mayores. Desde lubricantes especializados hasta dispositivos que ayudan a superar las barreras físicas propias de la edad, estos productos están cambiando la manera en que se vive la sexualidad en la tercera edad, derribando mitos y prejuicios para dar paso a una experiencia íntima más plena y satisfactoria.

La sexualidad en la tercera edad: una realidad ignorada que sigue viva.
La sexualidad en la tercera edad: una realidad ignorada que sigue viva.

La pasión no tiene fecha de caducidad

Lejos de ser una fase en la que se apaga la llama del deseo, la tercera edad sigue siendo un momento en el que las personas pueden y desean tener una vida sexual plena. El mito de que los adultos mayores pierden su interés por el sexo es solo eso, un mito. ¿Cómo es posible que una sociedad obsesionada con la juventud y la belleza no vea que la pasión no tiene fecha de caducidad?

Los cambios físicos que llegan con el envejecimiento, como la menor lubricación vaginal en las mujeres o las erecciones más lentas en los hombres, son reales. Pero, tal como sucede con cualquier otro aspecto de la vida, adaptarse es la clave. Las relaciones sexuales, como cualquier acto de la vida, requieren ajustes con los años, pero estos no son impedimentos, sino puertas hacia nuevas formas de intimidad. Aquí es donde la comunicación abierta y la creatividad juegan un papel fundamental.

El “futuro” de la sexualidad: más allá de los estereotipos

La sociedad ha construido un conjunto de estereotipos tan pesados que los adultos mayores a menudo se sienten atrapados bajo ellos. Se les etiqueta como asexuales, incapaces de sentir deseo o incluso de tener la energía para disfrutar de una vida sexual. Estas creencias limitan no solo a los mayores, sino también a las generaciones jóvenes que, un día, enfrentarán su propio envejecimiento con estas falsas ideas en la mente.

La falta de educación sexual en la tercera edad contribuye directamente a que estos mitos se perpetúen. Mientras se celebran y normalizan las conversaciones sobre sexo entre los más jóvenes, los mayores son relegados a la invisibilidad. Esto no solo afecta su vida sexual, sino su bienestar emocional y físico. La sexualidad, a cualquier edad, está profundamente ligada a la autoestima, y cuando se margina, la calidad de vida en general se resiente.

¿Un tabú o una necesidad básica?

Mientras que los medios de comunicación siguen presentando la sexualidad como territorio exclusivo de los jóvenes y cuerpos esbeltos, los adultos mayores siguen encontrando maneras de redescubrir su sexualidad. Los cuerpos cambian, pero el deseo permanece, y con él, las oportunidades para construir una intimidad más madura, más honesta, sin las presiones de cumplir con los estándares irreales de belleza que dominan las pantallas y los anuncios.

Incluso en residencias de ancianos, donde las políticas institucionales limitan la privacidad y, en ocasiones, separan a las parejas, el deseo sigue siendo parte del día a día de muchas personas. Y, a pesar de que los cuidadores y el personal de salud a menudo ignoran esta faceta de la vida de los residentes, la sexualidad sigue siendo una necesidad básica, una parte del bienestar integral.

Los profesionales de la salud: ¿aliados o barreras?

En un mundo ideal, los profesionales de la salud serían los primeros en ofrecer información clara, sin prejuicios, para que los adultos mayores pudieran disfrutar de una sexualidad plena y saludable. Sin embargo, la realidad es otra. Muchos médicos y enfermeros no se sienten cómodos al hablar sobre este tema, lo que genera una brecha en la atención que afecta directamente la calidad de vida de los mayores.

Los prejuicios sociales, la falta de formación y la tendencia a centrarse en los riesgos médicos en lugar de en el bienestar integral de la persona, convierten a los profesionales de la salud en barreras para que los adultos mayores puedan disfrutar de una sexualidad plena. Sin embargo, con la educación adecuada, los médicos podrían desempeñar un papel crucial en la normalización de la sexualidad en la vejez, comenzando por una actitud abierta y natural hacia el tema.

“El deseo no tiene edad, pero sí necesita atención”

Es necesario repensar la educación sexual para incluir a los adultos mayores. Hablar de lubricantes, posiciones adaptadas o simplemente explorar nuevas formas de intimidad más allá del coito no debería ser un tema tabú. Al contrario, el diálogo abierto sobre estos temas no solo puede mejorar la vida sexual de los mayores, sino también fortalecer sus vínculos afectivos, mejorar su salud mental y física, y hasta prevenir enfermedades cardiovasculares.

Lo que está en juego aquí no es solo el acto sexual en sí, sino el reconocimiento de que el deseo, el afecto y la necesidad de intimidad son partes fundamentales del ser humano en todas sus etapas. Como alguna vez escribió Simone de Beauvoir: “El secreto de la felicidad no está en hacer siempre lo que se quiere, sino en querer siempre lo que se hace”. Así, vivir plenamente la sexualidad en la tercera edad es una forma más de amar y cuidarse a uno mismo.

El placer de vivir (y amar) en la tercera edad

A menudo, los adultos mayores son vistos como seres asexuales, pero la verdad es que su sexualidad no solo persiste, sino que se transforma y, en muchos casos, se enriquece con los años. Aceptar los cambios del cuerpo y abrazar nuevas formas de placer puede convertir la vejez en una etapa de liberación sexual. Lejos de ser el ocaso de la pasión, puede ser el momento en que la llama se vuelve más cálida y acogedora.

Es hora de que la sociedad, las instituciones y los propios adultos mayores se liberen de los mitos que rodean la sexualidad en la vejez. Tal vez el mayor desafío esté en la mente y no en el cuerpo, en despojarse de las viejas ideas y dejar espacio para una sexualidad futura, llena de deseo y satisfacción.

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