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¿Es la LONGEVIDAD el nuevo Santo Grial de la ciencia? ¿Podemos revertir el envejecimiento y vivir 300 años?
La longevidad no siempre fue sinónimo de obsesión tecnológica. Hubo un tiempo en que vivir más allá de los 70 era un privilegio reservado a sabios y hechiceros, a ermitaños de barba larga y a abuelas que curaban con plantas silvestres. Pero eso cambió. Hoy, la batalla contra el envejecimiento se libra en laboratorios de diseño futurista, donde las batas blancas esconden ambiciones casi divinas y las pipetas reemplazan a las varitas mágicas. Y, cómo no, el oro de esta nueva alquimia ya no es el plomo transmutado, sino los millones de Jeff Bezos.
Sí, el mismo Bezos que te trae paquetes en 24 horas y te promete viajes al espacio con forma fálica, ahora quiere que vivas 300 años. Pero no como un anciano arrugado y lleno de achaques. No. Él quiere que vivas 300 años con el cuerpo de un treintañero, con órganos como recién salidos de fábrica, gracias a una ciencia que parece salida de Blade Runner, pero que se cocina aquí y ahora. En California, por supuesto.
“La vejez es solo un error de software”, me dijo una vez un biohacker en Berlín. Y puede que tenga razón.
Origen: Jeff Bezos contra la vejez y el tiempo: este es su plan para buscar la eterna juventud
¿Resetear el cuerpo como si fuera un iPhone?
La idea de la reprogramación celular no es tan nueva como parece. De hecho, ya en los años 80 algunos científicos japoneses empezaron a jugar con células madre como si fueran plastilina biológica. Pero fue Shinya Yamanaka, premio Nobel, quien logró lo impensable: devolver una célula adulta a su estado embrionario. Como si le quitara las arrugas, los traumas, los recuerdos, todo. Lo llamó “factores Yamanaka”, y desde entonces, muchos lo consideran el Santo Grial del rejuvenecimiento.
La metáfora más precisa no es tecnológica, sino nostálgica. Reprogramar células es como rebobinar un VHS desgastado para recuperar la imagen original. Raspa el óxido, limpia las huellas, borra las interferencias. Y lo que queda es algo joven, potencial, limpio. Altos Labs, el laboratorio financiado por Bezos, está apostando todo a este rebobinado biológico.
Pero también surgen competidores con nombres igual de cargados de marketing como Retro Biosciences, cuya propuesta suena a startup montada en un garaje californiano, pero con ADN de Harvard. Ambos quieren convertir tu cuerpo en un sistema editable, donde la edad no sea más que una variable que puedes ajustar como el brillo de la pantalla.
Si te interesa entender cómo este proceso funciona en detalle, aquí te lo explica bien este artículo sobre cómo actúa la reprogramación celular. Spoiler: no es magia, pero se le parece.
Ahora, como todo milagro científico, hay letra pequeña. Volver joven una célula también puede volverla loca. Y una célula loca es lo que en medicina se conoce como… cáncer. Así que sí, la eterna juventud puede venir con efectos secundarios dignos de una película de Cronenberg.
“El cuerpo joven no es gratis, amigo”, dice la ciencia en voz baja, como un prestamista elegante con sonrisa afilada.
La biotecnología futurista se parece más a los 60 de lo que imaginas
Es curioso: mientras nos llenamos la boca con palabras como “vanguardia” y “tecnología de punta”, el futuro que estamos construyendo tiene algo deliciosamente retro. Basta con entrar en las oficinas de Altos Labs, según cuentan quienes han estado ahí, para ver paredes curvas, luces neón suaves, y pantallas que parecen diseñadas por Kubrick. Hay algo profundamente retrofuturista en esta idea de vencer a la muerte. Como si los sueños de los años 60, esos que ilustraban portadas de Popular Science o Analog, hubieran salido del papel.
La biotecnología futurista no solo está redibujando la medicina, también está moldeando una nueva estética: batas plateadas, gráficos animados como de Atari, laboratorios que podrían ser sets de 2001: Odisea en el espacio.
Y por supuesto, todo esto se acompaña de software. Mucho software.
Inteligencia artificial médica o cómo HAL 9000 se convirtió en tu doctor
La inteligencia artificial médica ya no es un proyecto de laboratorio. Es un doctor silencioso, invisible y omnisciente que analiza tus genes mientras tú estás durmiendo. En empresas como Insilico Medicine o la omnipresente DeepMind, los algoritmos no solo predicen si vas a enfermar dentro de 10 años. También diseñan fármacos personalizados, optimizan tratamientos y, en muchos casos, descubren conexiones que los humanos no verían ni en mil vidas.
Como se detalla en esta investigación de Nature sobre IA y longevidad, los modelos actuales pueden anticipar el deterioro de órganos con precisión casi quirúrgica.
Todo esto suena impresionante, sí. Pero también da un poco de miedo. Porque, como siempre, la pregunta no es solo qué podemos hacer con la tecnología. La pregunta es: ¿quién controla al que controla la máquina?
“Morir será opcional, pero caro”, leí hace poco en una pegatina. Y me reí. Pero luego lo pensé dos veces.
Congélame hasta que vuelva el rock clásico
En paralelo a la edición genética y los fármacos del futuro, otra vieja fantasía científica está teniendo su comeback: la criogenización. Sí, congelarte justo antes de morir para que te despierten cuando el mundo haya arreglado tus achaques. Como en una película de los 80, pero con más consentimiento legal.
Empresas como Alcor Life Extension Foundation ya han congelado a decenas de personas (y mascotas) a -196°C, mientras nuevas startups como Tomorrow Biostasis prometen hacerlo con más estilo, desde Berlín, y con mejor marketing. ¿Funcionará? Nadie lo sabe. Pero si no te importa esperar unas cuantas décadas flotando en nitrógeno líquido, puede que valga la pena. Puedes leer más sobre el proceso en este informe sobre los avances en criogenia médica.
Y si todo falla, al menos despertarás en el futuro… con una excusa perfecta para llevar hombreras metálicas.
El dilema eterno: ¿queremos vivir tanto?
Pero también hay preguntas incómodas. Muchas. ¿Qué pasará si todos vivimos 300 años? ¿Cómo se sostendrán las pensiones? ¿Quién querrá tener hijos si la vida dura tanto que puedes reinventarte cinco veces? ¿Será la longevidad un privilegio de ricos, como ya lo es la salud? ¿Se aburrirá el alma en un cuerpo eternamente joven?
Filósofos como Anders Sandberg, de Oxford, ya hablan de una “bioética retrofuturista”, es decir, pensar las reglas morales para tecnologías que ni siquiera nuestros abuelos imaginaron. Puedes profundizar en su visión en este fascinante ensayo sobre ética y longevidad.
“Lo eterno puede ser insoportable”, escribió Borges. Y no andaba tan desencaminado.
¿Y si el futuro ya nos alcanzó?
La ciencia retrofuturista está aquí. Y aunque sus promesas puedan sonar a ciencia ficción, sus laboratorios ya están operando, sus inversiones suman miles de millones y sus científicos llevan delantales con logos de Silicon Valley. Esto no es un experimento loco de universidad. Es una apuesta corporativa.
Y como toda gran apuesta, puede salir muy bien… o muy mal.
Tal vez, dentro de 20 años, los nacidos en los 2000 miren a los ancianos como nosotros miramos hoy a las máquinas de escribir: con ternura, pero con distancia. Tal vez vivir 120 años será lo normal, y la muerte será una opción aplazada como renovar el contrato del móvil.
O tal vez no.
Pero mientras tanto, Altos Labs sigue avanzando. Con sus fórmulas, sus servidores brillantes, sus ratones longevos y su promesa de vida prolongada. Y uno no puede evitar preguntarse: ¿qué haremos con todo ese tiempo, si finalmente logramos conquistarlo?
“La muerte es solo un fallo de hardware” (meme impreso en una taza de laboratorio)
“Vivir para siempre no es vivir, es recordar bien qué hacer con el tiempo”
“La verdad espera. Solo la mentira tiene prisa.” (Proverbio tradicional)
“Lo eterno no es infinito. Es simplemente demasiado largo.” (Verso atribuido a Emily Dickinson)
¿Y tú? Preferirías vivir más… o vivir mejor? ¿Cuánto tiempo es demasiado? ¿Y si el verdadero secreto de la longevidad no estuviera en los genes, sino en lo que hacemos con los años que ya tenemos?
¿Volveremos a envejecer con orgullo, o haremos de la juventud un uniforme obligatorio?