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¿Puede la HONDA E-VO cambiar el alma de una moto? El futuro eléctrico tiene sabor a gasolina con la HONDA E-VO
La HONDA E-VO no es solo una moto eléctrica, es una herejía con ruedas. 🔋🔥 Desde que la vi por primera vez, con ese aire descarado de café racer sacado de una distopía glam, supe que algo raro, algo importante, estaba ocurriendo. Porque no parece una moto eléctrica, pero lo es. Y no parece japonesa, pero Honda la firma. Todo lo que parece, no es. Y todo lo que es… cuesta de creer.
HONDA E-VO, tres letras, un guion y un nombre que suena a androide renegado o a invento prohibido en una novela de Philip K. Dick. Pero también suena a escape, a esa vibración nostálgica de los cilindros rugiendo en un puerto de montaña. Su contradicción es su alma. Y ahí está lo interesante: en la paradoja.
Yo venía harto de las motos eléctricas de postureo, de los scooters silenciosos que parecen secadores de pelo con ruedas. Llevaba años diciendo que si algún día una eléctrica me hacía levantar una ceja, tendría que tener algo más que baterías. Tendría que tener historia, carácter, un poco de mala leche incluso. Y un día, sin buscarla, apareció la HONDA E-VO como un chispazo entre tanta monotonía verde.
El retrofuturismo se sube al manillar
Nada en esta moto parece hecho por comité. La HONDA E-VO tiene faro redondo, manillar bajo, carenado envolvente, espejos con pinta de mirarte el alma… y todo eso mientras es eléctrica. O sea: es como si un punk se hubiera colado en el laboratorio de I+D y hubiera rediseñado el futuro con retales del pasado. Café racer por fuera, ciborg por dentro.
«No hace ruido, pero hace mirar«, me dijo un chaval en un semáforo. Y tenía razón. Porque esta moto no necesita rugir para que la notes. Se planta en el asfalto con la seguridad de quien ya ha peleado en otras guerras, aunque su motor no haya visto una gota de aceite.
Lo más loco es que Honda, la misma que lleva décadas perfeccionando el arte de lo funcional, haya decidido lanzar algo así. Porque la HONDA E-VO no es funcional. Es emocional. Es provocadora. Es lo contrario a un electrodoméstico sobre ruedas. Y eso, créeme, en el mundo de las motos eléctricas, es casi un milagro.
El retrofuturismo se sube al manillar
Nada en esta moto parece hecho por comité. La HONDA E-VO tiene faro redondo, manillar bajo, carenado envolvente, espejos con pinta de mirarte el alma… y todo eso mientras es eléctrica. O sea: es como si un punk se hubiera colado en el laboratorio de I+D y hubiera rediseñado el futuro con retales del pasado. Café racer por fuera, ciborg por dentro.
«No hace ruido, pero hace mirar«, me dijo un chaval en un semáforo. Y tenía razón. Porque esta moto no necesita rugir para que la notes. Se planta en el asfalto con la seguridad de quien ya ha peleado en otras guerras, aunque su motor no haya visto una gota de aceite.
Lo más loco es que Honda, la misma que lleva décadas perfeccionando el arte de lo funcional, haya decidido lanzar algo así. Porque la HONDA E-VO no es funcional. Es emocional. Es provocadora. Es lo contrario a un electrodoméstico sobre ruedas. Y eso, créeme, en el mundo de las motos eléctricas, es casi un milagro.
Origen: ¿Puede La HONDA E-VO Cambiar El Alma De La Moto Eléctrica? – VIAJEROS ONLINE
El futuro no viene en silencio, viene con estilo
Hay un punto casi erótico en la estética de esta moto. No lo digo por exagerar. Digo que algo se te remueve por dentro cuando ves un diseño tan clásico aplicado a un concepto tan nuevo. Es como ver a tu abuelo usando TikTok con estilo. Absurdo, pero magnético.
Honda ha tenido la osadía de fabricar algo que parece salido de un cómic francés de los años 70 pero con batería extraíble y homologación moderna. Porque sí, se especula con que use el sistema Mobile Power Pack e:, lo que te permite cambiar baterías como quien cambia de casco. Práctico, sí. Pero también poético: no se trata solo de recargar energía, sino de renovar el alma.
En China ya ha sido homologada, bajo el misterioso nombre de WH8000D. Un código frío para una moto caliente. De momento, Europa espera. Pero si esta moto llega a nuestras calles, no lo hará como una más. Lo hará como una rara avis, una pieza de diseño rodante que no busca agradar a todos, sino cautivar a unos pocos.
“No es lo que parece. Y eso es lo mejor.”
«Hay motos eléctricas que intentan imitar a las de gasolina. Esta no. Esta las supera, porque no se parece a nada.» Eso pensé tras mi primer paseo con ella. Y créeme, no suelo emocionarme fácilmente con nada que no huela a gasolina. Pero la HONDA E-VO tiene ese je ne sais quoi que transforma una tarde cualquiera en una escena de película.
“Lo moderno no siempre mata lo clásico. A veces lo resucita.”
Esa frase se me vino a la cabeza mientras la aparcaba. Y sí, suena pomposa. Pero cuando estás frente a algo así, lo pomposo se vuelve necesario. Porque hay motos que te llevan. Y otras que te cambian. La HONDA E-VO, si te dejas, puede hacer ambas cosas.
“La tradición no es el culto a las cenizas, sino la preservación del fuego.”
(Gustav Mahler)
“El pasado no muere nunca. Ni siquiera es pasado.”
(William Faulkner)
La HONDA E-VO es una moto que no debería existir, y sin embargo, existe
Y eso es lo que la hace tan especial. Porque mientras muchos fabricantes eléctricos están obsesionados con la eficiencia, el silencio y la moralina, Honda ha decidido ponerle alma a una batería. Le ha dado curvas a un código binario. Le ha metido pasión al voltaje.
No sabemos aún si la veremos rugir en nuestras calles o si será solo una fantasía asiática. Pero si llega, preparaos: la HONDA E-VO no viene a encajar, viene a destacar. No quiere ser parte del paisaje urbano, quiere ser su anomalía.
Y yo me pregunto: si una moto eléctrica puede hacernos sentir como si estuviéramos volviendo al futuro…
¿No será que el futuro, en el fondo, estaba deseando parecerse un poco más al pasado?